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Los hombres en el Valle de la Silicona

Si, he estado ocupada ejerciendo mis funciones de Sra. Corazón. Oyendo cada una de las historias de amigas y amigos que atraviesan malos momentos y los veo sufrir sin poder hacer demasiado al respecto. Se asombrarían de cuántas historias escucho y observo a diario.

Carlos lleva seis años de casado y estuvo 4 de novio con María. Es decir 10 años de relación. El es un hombre buenmozo, atractivo y simpático. Su prototipo es atlético, le gusta hacer deportes y ha ido pasando de uno a otro. El último y recién adquirido es levantar mujeres, ha podido optar por levantar pesas pero no, optó por levantar mujeres. María en cambio, no es atlética, nunca ha sido muy agraciada en lo que respecta al físico, pero más allá de eso, María es de esas mujeres insipidas, que no tienen chispa, que no se rie y que en defintiva no tiene resonancia afectiva. Pero ojo, con esto no quiero decir que merezca lo que le está haciendo Carlos, porque ella es inteligente, trabajadora, le gusta la cocina, lucha por sus ideales y tiene valores de familia. Virtudes nada despreciables para un hombre que quiere formar una familia.

A Carlos lo conocí mucho antes que a María; inmediatamente establecimos una conexión personal, de esas que en el fondo no son más que una atracción. Suele decirme que tengo un gran “sex appeal”, que siempre me río, que tengo un gran sentido del humor, que siempre tengo una anécdota que contar y que en definitiva eso le atrae mucho de mi.

Nunca entendí muy bien su relación con María, ésta siempre lo tenía bien agarrado, bien abrazado, como quien siempre supo que al final de la historia alguien se lo iba a arrebatar de un sólo templón. Y mientras yo era expectadora de esta historia, él continuaba hablando de mi “sex appeal” y de mis grandes atributos físicos. En paralelo, quiero acotar que siempre hemos sido solo buenos amigos y grandes confidentes.

Al fin, hace dos años, alguien se lo arrebató de un solo templón, el haberlo tenido tan agarrado no fue una garantía, no resultó un buen amarre, no se si quién se lo “quitó” era más agraciada, en realidad no lo quise saber; con el tiempo le tomé cariño a María, pero ciertamente se lo “robo” por un instante. María sufrió, lloró y lo perdonó…. las cosas parecieron volver a la “normalidad”.

Pero en realidad nunca volvieron a la normalidad. Ya Carlos tuvo la oportunidad de salir al mundo y encontrar lo que hay en él. La calle está llena de mujeres al acecho, esperando que nosotras nos "ahuevoneemos" para hacerle ojitos a nuestros hombres, a nuestros hombres que ya han pasado por un proceso de domesticación y que de repente allá afuera se sienten deslumbrados ante tanta silicona, ante tanto cuerpo tonificado y sobre todo ante tanta “caraota en la cabeza”, porque amigas mías, más allá de que resulta evidente que en esta relación pasa algo, de que él no encuentra en ella algo que quiere, los hombres parecen tenerles pavor a las mujeres inteligentes, instruidas y trabajadoras.

Por lo que aqui va primer consejo: para conservar un hombre: no les hagan ver qué son tan inteligentes y sigánles los pasos, si trotan, ustedes también, si pescan ustedes también, si esquían, ustedes también, no le den la oportunidad de que salgan a recorrer el mundo solos y VEAN lo que hay en él. Y no lo hagan en “cuaima mode”, háganlo con inteligencia, mucho cariño y mucgo sigilo, de tanto en tanto dénles un poco de espacio pero no le pierdan la pista…… Es obvio que no pueden ir a todas partes con ellos pero no los abandonen.

Y a mis panas hombres, los invitaría a revisar sus problemas de autoestima, el atractivo físico con el tiempo o se desvanece o en el mejor de los casos disminuye, pero la inteligencia y otros atributos son para siempre……………

Y si no, seleccionen a la mujer de silicona y con una cotufa en la cabeza desde el principio y dejen a María que encuentre a un hombre más seguro de sí mismo y capaz de hacerla feliz.

Tita

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